12 de junio: Día Mundial contra el trabajo infantil

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¿Qué pasaría si un delfín no tuviera aletas para nadar? ¿Y si un pájaro no tuviera alas para volar? Y… ¿qué pasaría si un niño no tuviera infancia?

Según la ONU, en el mundo hay más de 150 millones de niños que ven su vida rota debido al trabajo, un trabajo que los pone en peligro, los explota y los hace renunciar a ser niños y niñas libres de poder vivir lo que merecen, de poder experimentar y aprender de todo lo que les entusiasma y les ilusiona; en definitiva, un trabajo que les hace perder el derecho a dirigir su propia vida.

Estos niños y niñas se encuentran en todas partes, pero son casi invisibles: Son agricultores, mineros, constructores, criados, trabajadores de industrias textiles…, pero lo hacen escondidos entre cuatro paredes, fuera de la vista del público, pasando las horas en un ambiente hostil y violento, lejos de la protección y el amor de su familia.

El trabajo infantil tiene graves consecuencias que repercuten en el desarrollo físico y emocional de los niños. Debido a este, los niños y niñas pierden calidad de vida y salud mental, eso sin hablar del riesgo de los accidentes laborales a los que están sometidos sin ningún tipo de seguridad, que los lleva a contraer enfermedades, dolencias crónicas y desnutrición.

Ningún niño del mundo debería abandonar su infancia por el trabajo, pero la realidad es que muchos menores se ven obligados a hacerlo, ya sea debido a la pobreza (debiendo contribuir en la economía familiar), orfandad (resultante de los conflictos y las fugas en la búsqueda de una vida mejor), o la falta de acceso a la educación, perdiendo así la posibilidad de formarse y crecer en un ambiente adecuado para ellos. Deben renunciar a poder vivir y compartir sus experiencias de un día a día lleno de juegos, aprendizajes y nuevos descubrimientos.

Por todo ello, desde los CSFA, nos sumamos a la lucha contra el trabajo infantil, deseando que llegue el día en que lo único que trabaje sea su imaginación.