Día Escolar de la No-violencia y la Paz: un compromiso cotidiano.

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Cada 30 de enero, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Mahatma Gandhi, se conmemora el Día Escolar de la No-violencia y la Paz, una jornada dedicada a recordar la importancia de un valor fundamental que, aunque esencial para la convivencia, a menudo se ve amenazado: la paz. Este día nos inspira a trabajar no solo por la ausencia de conflictos, sino por construir un mundo más justo, comprensivo y armónico.

Grandes figuras como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela o San Francisco de Asís dedicaron sus vidas a promover la paz a través del diálogo, la reconciliación y el amor incondicional. Gandhi nos enseñó la fuerza de la no-violencia, demostrando que el cambio social es posible sin recurrir al odio ni a la destrucción. Nelson Mandela, tras décadas de prisión, defendió la reconciliación y el perdón en lugar de la venganza, liderando una Sudáfrica hacia el fin del apartheid. San Francisco de Asís, con su mensaje de humildad y fraternidad universal, nos recuerda que la paz comienza con el respeto por la naturaleza y por los demás, sin importar las diferencias.

Pero la paz no es solo un asunto de grandes líderes o momentos históricos. Es una tarea diaria que comienza con cada uno de nosotros. Ser pacíficos implica evitar la violencia no solo física, sino también verbal y emocional. Se trata de cuidar nuestras palabras, ser empáticos con los sentimientos de los demás y resolver los desacuerdos desde el respeto.

Construir la paz significa aprender a gestionar los conflictos de manera positiva, reconociendo las emociones propias y ajenas, y buscando soluciones que beneficien a todos. En nuestras escuelas, hogares y comunidades, pequeños gestos como escuchar, comprender y cooperar son los pilares de una convivencia pacífica.

Hoy queremos recordar que esta no es solo una fecha en el calendario, sino un llamado a la acción constante. Como ciudadanos del mundo, tenemos la responsabilidad de convertirnos en sembradores de paz, inspirándonos en quienes demostraron que, incluso frente a las mayores adversidades, es posible construir puentes en lugar de muros. Porque la paz comienza en nuestros corazones y se expande al mundo que nos rodea.