Este es el lema que durante este curso ha presidido nuestras escuelas, nuestras aulas y la portada de la agenda de nuestro alumnado. Un lema que, como decíamos en el mes de septiembre, nos invitaba a darnos cuenta de nuestras diferencias y sobre todo a ver que todos somos iguales y merecemos ser respetados.
Desde la diversidad tan evidente y cada vez más presente con la que nos encontramos a diario en los centros, hemos aprendido cosas de aquellas que ya no se olvidan porque llegan al corazón. Hemos trabajado y hemos hecho visible que todo el mundo es importante, todos somos IGUALES y DIFERENTES.
Esta evidencia es la base y la riqueza de la vida: personas altas, bajas, grandes, pequeñas, alegres, tristes, blancas, negras, rubias, morenas, cojas, mudas, ciegas, personas nacidas aquí y personas de otros lugares… Es con esta diversidad con la que hemos pasado horas a lo largo de este año; y como comentábamos también al empezar el mes de septiembre, estas diferencias nos complementan y nos hacen sumar en amistades y experiencias.
Ahora, a punto de echar la llave y dar por terminado otro curso, seguramente si nos detenemos y ponemos en marcha el recuerdo, son muchas las actividades y experiencias que hemos vivido y acercado a nuestros niños y jóvenes para hacer presente el lema.
La familia y la escuela son dos importantes pilares en la educación. En nuestras manos tenemos una tarea importante y maravillosa, puesto que trabajamos con personas pequeñas, mayores y también con sus familias.
Seguro que las nuevas oportunidades que hemos ofrecido y de las que hemos disfrutado durante estos nueve meses no han quedado en el vacío, y como decía Mahatma Gandhi: Nosotros debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo. Que durante muchos cursos más podamos seguir generando pequeños cambios en nuestras escuelas y en nuestro alumnado.