Hoy es el Día del Comercio Justo, una fecha clave para recordar que, detrás de cada producto que consumimos, hay personas, historias y procesos que merecen ser conocidos y valorados. Es una jornada para reflexionar sobre la importancia de consumir con conciencia y actuar con responsabilidad frente a las injusticias sociales y ambientales.

El comercio justo es mucho más que una alternativa económica: es un movimiento global que lucha por favorecer la justicia, la igualdad de oportunidades y la dignidad de millones de trabajadores y trabajadoras de todo el mundo. Defiende un sistema comercial que garantiza un trabajo digno, con condiciones laborales seguras y un precio justo por el trabajo realizado.

También sitúa en el centro valores como el amor por la naturaleza y la protección del medio ambiente.
Los productos de comercio justo provienen de prácticas sostenibles, que respetan los ciclos naturales y reducen el impacto ecológico; por eso, elegirlos es una forma concreta de cuidar el planeta y apostar por una producción más limpia y responsable.

Adoptar un consumo responsable significa preguntarnos de dónde viene lo que compramos, quién lo ha producido y en qué condiciones. Es un acto cotidiano que puede transformar realidades, reducir desigualdades y promover modelos económicos más humanos. Consumir de forma responsable es una manera de hacer activismo desde lo cotidiano.

Hoy se nos invita a repensar nuestros hábitos y a tomar partido por un mundo más justo, solidario y sostenible. Es poner el foco en las personas y en el planeta, y hacer de nuestro consumo una herramienta de cambio positivo.