Hoy celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente.
En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, esta fecha se convierte en una oportunidad clave para recordar que la salud del planeta es también nuestra salud.
Tenemos la responsabilidad, como ciudadanos y ciudadanas del mundo, de proteger la Tierra, no solo por nosotros, sino también por las generaciones futuras. Cuidar el medio ambiente no es solo un acto ecológico, sino también un acto profundamente humano y comunitario.
En este sentido, vale la pena recuperar la figura de San Francisco de Asís, patrón de los ecologistas, que hoy en día sería sin duda una de las voces más claras y comprometidas en la defensa de la naturaleza. San Francisco veía la Creación como una gran familia donde cada elemento —el sol, el agua, los animales, los árboles— era un hermano o una hermana. Su mirada llena de respeto, amor y armonía con el mundo natural nos inspira a vivir con mayor sencillez, humildad y responsabilidad.
Si él viviera hoy, seguramente sería un activista convencido, defensor de las energías renovables, de la reducción de residuos, de la protección de los ecosistemas y de la justicia climática. Con sus palabras y su estilo de vida, nos recordaría que todo está conectado, y que cuando maltratamos la Tierra, nos maltratamos a nosotros mismos.
El Día Mundial del Medio Ambiente nos invita a actuar. No hacen falta grandes gestos para marcar la diferencia: reducir el consumo de plásticos, ahorrar energía, reciclar, optar por una movilidad más sostenible, promover la educación ambiental o, simplemente, amar y respetar la naturaleza que nos rodea.
Cada uno de nosotros puede ser un agente de cambio. Como San Francisco, podemos ser voces que claman por una relación más justa y equilibrada con nuestra casa común. Que este 5 de junio sea una oportunidad para renovar nuestro compromiso con la Tierra, con la vida y con un futuro más verde y esperanzador.

